domingo, 1 de junio de 2014

Capitulo 24

Cuando llegamos a su última parada, el sol estaba en el punto más alto en el cielo y no había ni una sola nube que nos hiciera el favor de esconderlo aunque fuere un par de segundos. El suelo estaba árido y la vegetación en el lugar era escasa.  Frente a nosotros había una gasolinera y un motel de mala muerte. A juzgar por la mueca de Cassy a ella le agrado tanto como a mí la decisión de quedarse ahí (nótese la ironía). La tierra estaba tan caliente que atravesaba la suela de mis zapatos como llamas abrasadoras. Nos despedimos de Mauro con un movimiento de mano y le agradecimos el aventón, Mauro me guiñó el ojo como recordatorio de nuestra charla de anoche, Cassy me miró sin comprender cuando yo le devolví el gesto con un asentimiento de cabeza.

Una vez que el tráiler se perdió en el horizonte nos giramos sobre nuestros pies y nos acercamos al motel casi dando saltitos por el suelo hirviente. El cristal de la puerta giratoria estaba tan polvoso que llegue a dudar que el motel siguiera en servicio. Haciendo uso de nuestra fuerza giramos la puerta hasta lograr estar dentro, un chirrido metálico reitero el hecho de falta de aceite en las bisagras giratorias. El suelo amarillento y sucio grababa nuestras huellas a cada paso que dábamos hacia la mesilla medio corroída con un cartel que rezaba “recepción”.  Detrás del mostrador un hombre de ya entrados los cuarentas, con la barriga alzada y al aire e inútilmente cubierta por un intento de camiseta, que se encontraba manchada de los aderezos de su grasienta hamburguesa, nos miró de arriba abajo con un deje de desprecio. Aún con comida a medio masticar en la boca nos habló.

–¿Qué desean? No regalo agua ni presto el baño a menos de que sean clientes.

–Queremos alquilar una habitación… por difícil que parezca.

–¡Ah! Vaya, vaya… eso es diferente

Se chupó los dedos y se sentó bien en la silla, se inclinó sobre un ordenador antiquísimo y empezó a teclear 
usando únicamente sus dos dedos índices, sí, recién lamidos por su lengua llena de restos de hamburguesa.

–¿A nombre de quien pongo la habitación?

–De Tom…

Fui interrumpido por unos golpes… el recepcionista le daba manotazos descontrolados al pobre ordenador que no podía más. Al final se dio por vencido y sacó de un cajón una libreta manchada de café y a saber que más. Tomó un lápiz mordisqueado y humedeció la punta.

–Disculpe ¿a nombre de quien decía usted?

–Tom Kaulitz

Pronuncié tan rápido, como si de esa forma esperara que mi nombre no se manchara con la mugre de ese hombre. El tipo, al parecer, no me entendió bien y, con trazos ilegibles, escribió: Tom Keultiz. No me importo, no le corregí.

–Muy bien. Aquí tienen.

Nos tendió un llavero, con tres llaves de igual forma pero diferente tamaño. En realidad, se lo tendió a Cassy. El chico la miraba con ensoñación, ella por su parte lo miraba con indiscutible repugnancia, y no era 
para menos…

Cassy sacó un paquetito de pañuelos desechables de su bolsillo, tomó un par y los puso concienzudamente sobre la palma de su mano, misma que extendió para que el tipo soltara las llaves en ella sin llegar a rozarla directamente. 

Una vez que Cassy se hiso con las llaves, prácticamente se pegó a mi lado buscando esconderse de la mirada morbosa de tan asqueroso personaje. La abracé por los hombros para hacerme notar.

Subimos los escalones casi abrazados uno del otro y muy lentamente para no caer, ¡los peldaños temblaban bajo nuestro peso!, pasado el primer obstáculo llegamos al pasillo, estaba muy oscuro para ser mediodía, aunque no era muy extraño si no había ni un solo agujero para que pasara la luz, estaba totalmente cerrado. Las puertas a los lados se caían a pedazos, y los números se perdían bajo el óxido de las placas de metal sobre los que estaban escritos.

Llegamos al número de habitación que el llavero indicaba: 25. Miramos las tres llaves y dedujimos que la de mayor tamaño tenía que ser la de la puerta, no nos equivocamos, la cerradura cedió tras un breve “cluc” y se abrió haciendo un ruido digno de película de terror, incluso se me erizaron los vellos de la nuca.  Asomamos la cabeza con miedo. Aparte de las dos camas con colchones cubiertos con sobrecamas agujerados, el escaso inmobiliario cubierto por una capa de polvo fino, el suelo cubierto por una sospechosa alfombra esponjosa y las paredes cubiertas por ese abominable tapiz a rayas rojas y lo que en su momento debió ser blanco, no había anda que temer. Entramos cerciorándonos de donde pisábamos. Pase un dedo por la superficie de una mesa y comprobé que la capa de polvo no era fina sino bastante más gruesa. Cassy se sentó en una de las camas y dio un par de saltitos, la cama siguió estable aunque seguía sin verse cómoda. Había una puerta al lado, supuse que era el baño, intente abrirlo pero estaba cerrado, no quise insistir.

–Bien… esto no es lo que esperaba – Escuché a Cassy a mis espaldas, me giré, no entendía a que se refería con aquel comentario.

No hiso falta preguntar, Cassy miraba la puerta del mini bar tirada en la alfombra, con la pequeña llavecita en la cerradura oxidada de la misma, sin embargo eso no era lo sorprendente, lo sorprendente era el contenido del mini bar, había una botella nueva de champagne, fría y de una marca de calidad. No contrastaba para nada con el resto del escenario que nos rodeaba. Cassy la tomó con cuidado, temiendo que se desvaneciese entre sus dedos, como hecha de arena. Le echó un vistazo rápido y me la pasó. La examine con cuidado, con atención, no parecía haber nada fuera de lo común con la botella, pero no debía fiarme, pues si estaba bastante fuera de lo común la botella en un lugar como este.

–Parece no tener nada extraño, pero aun así preferiría que no la tocáramos – declaré

Ella asintió de acuerdo.

–¿Ya abriste el baño? – me preguntó

–No, pero pásame la llave y le echare un vistazo

Me pasó la llave de una forma un poco torpe, casi cae al suelo pero la atrapé a tiempo. Ella bajó la vista avergonzada y yo decidí pasarlo por alto.

Metí la llave en la cerradura de la puerta del baño y como había pasado con la puerta principal está se abrió tras un breve “cluc”. Asomé la cabeza con la posición en guardia, ¡no iba a arriesgarme a que una rata mutante gigante asesina me atacara! Además de un tenue olor a agua estancada no había nada malo con el baño, se veía limpio… tan limpio como puede estar un baño en desuso durante al menos un siglo (exagero un poco). Entré. No había ratas mutantes gigantes asesinas, ni ningún otro animalejo. Me asomé a la ducha, había una capa de sarro en el azulejo. La llave del lavabo estaba rota y el espejo estaba fisurado. Tiré de la cadena del retrete y esta funciono a la perfección.

–Humm…todo en orden

–Tom

–¿Qué pasa?

–¿Por qué no habrá ventanas?

Miré alrededor, efectivamente no había ni una sola ventana, ni siquiera una pequeñita, por ningún lado. Ni en la habitación, ni en el baño, ni siquiera había alguna en el pasillo. Me aflojé el cuello de la camisa con un dedo. Empezaba a sentir claustrofobia.

–Tom, no me gusta este lugar, mejor vámonos.

–Cassy, estamos en mitad de la carretera no podemos irnos, nos agarrara la noche en algún punto muerto del trayecto ¿y entonces que haremos?

–Tom… ¡Por favor! ¡Algo me da mala espina!

–Cassy, tranquila. Te prometo que sólo pasaremos esta noche, mañana a primera hora, cuando salgan los primeros rayos de sol, nos iremos de aquí.

–¿Hablas enserio con pasar la noche aquí?

–¡Por supuesto! Sólo será una noche, es un lugar de lo más desagradable, lo reconozco pero… qué más puedo hacer.

–Sacarnos de aquí

–A veces te comportas como una niña malcriada. ¡Esto no es un cuento de hadas! No puedo llevarte en mi corcel blanco a un palacio de color rosa, estoy tratando de alejarte del peligro lo mejor que puedo, ¿te crees que me encanta estar en medio de la carretera en este pestilente lugar en vez de en mi casa, dormido bajo mis sábanas y viendo alguna serie tonta en la televisión?

–Okey, ya comprendí tu punto, pero ahora comprende el mío, ¡el lugar se ve abandonado, no hay ni una maldita ventana en todo el edificio y hay una botella nueva y cara de champagne en el mini bar que se desarmo al primer toque! ¿No notas algo extraño?

Empecé a replantearme lo de salir de aquí, muy seriamente. Ella continúo.

–No te estoy pidiendo que me lleves en tu corcel a un palacio, te pido que busquemos otro sitio, no importa que sea tan horrible como este, sólo que no sea una caja sin ventanas… es como una trampa… para que no puedan escapar los visitantes.

–Cassy, no seas paranoica, sólo fue un mal arquitecto.

El pulso se me aceleró, lo único que deseaba en este momento es que ella no se girara, que no mirara hacia atrás.

–¡Tom por Dios! No seas idiota, ¡todo el peligro está más que claro! La botella de champagne ahora que lo pienso, alguien la coloco ahí, ¡tú la tocaste! Estaba fría y el mini bar se deshizo, inservible en su totalidad ¿no te parece sospechoso?

–Por supuesto que me parece sospechoso, ¿Por qué crees que te dije que no la tocáramos?

–¿Crees que contenga veneno?

–Sí, sí, es probable – tragué duro… Cassy no te gires, no te muevas. ¡Por supuesto que esta envenenada!

–Tom… ¿te sientes bien? Te ves un poco pálido

–Cassy… ven, ven aquí

Abrí mis brazos invitándola a un abrazo, a que hundiera su cabeza en mi pecho, en mi cuello. Quería reconfortarle… pero principalmente alejarla de la botella de champagne que había dejado en el suelo, esa misma que había empezado a bailar sobre la alfombra como si acumulara presión para una explosión inminente. Había empezado a derramar parte de su contenido y la etiqueta de la botella, así como la alfombra empezaban a desintegrarse como si les hubiera rociado ácido. De la esponjosa alfombra escapaban algunos insectos y arañas que habían estado ahí escondidos, se estaban retorciendo, se estaban quemando ¿pero qué demonios era eso?

–Cassy… está bien, vamos a dar un paseo.

–¿Ahora?

–Sí, despejémonos un rato.

–De acuerdo

Iba a explotar ¡iba a explotar!

Prácticamente la empujé afuera. Cerré la puerta con fuerza y la besé. Esperaba que con mi sorpresivo beso  no escuchara el ruido de la botella al estallar, de los vidrios golpeándolo todo. Una vez el silencio volvió a tomar lugar separé mis labios de los suyos.

El ruido húmedo que hicieron nuestros labios estalló en mis oídos como música. La miré. Se había sonrojado y sus labios rosados estaban brillantes. El pulso acelerado de mi corazón golpeaba mis sienes y la 
respiración que compartíamos era irregular.

–De pronto eres extraño… muy impulsivo.

–¿Explosivo?

–Impulsivo – me corrigió – bueno… también explosivo.

Volvió a unir nuestros labios.

–Cof, cof – nos separamos y nos giramos al origen de la interrupción. Un chico de no más de dieciséis años nos miraba en el principio del corredor, venía acompañado de un niño más pequeño, de unos cinco años más o menos.

Me recordó vagamente a la película de “El Resplandor”. Me recorrió un escalofrío.

–Dice mi hermano que si no quieren servicio a la habitación – dijo el niño con voz nerviosa.

–No, no gracias – respondí, cortado.

–¿Algo más que se le ofrezca a la señorita?

 Elle negó con la cabeza.

–Gracias por el regalo – empecé a tantear el terreno.

–De nada… ¿cuál regalo?

–La botella de champagne

–¿Estas tratando de tomarme el pelo? Aquí no hay de esas cosas, si quieres una cerveza tendrás que pagarla abajo aquí no se regala nada y menos de eso porque aquí no hay, nada más hay cerveza.

El niño había tomado mi comentario como una ofensa, como si me estuviera burlando de la falta de elegancia del lugar. Así que si la botella no era de aquí alguien más debió haberla traído y colocado en nuestra habitación pero ¿Quién? ¿Cuándo? ¿Cómo?... ¿Por qué?

Bueno el por qué era obvio: para matarnos… o asustarnos como ha logrado, porque ¿Una botella cómo esa en un lugar como este? O cree que somos estúpidos o quería que pasara tal como sí paso. Un buen susto, una advertencia o una muerte muy dolorosa.

–Lo siento si te ofendí, solo era una broma – mentí – Iremos a comprar algunas cosas aquí a la gasolinera, volveremos pronto.

El niño asintió con expresión de “y a mí qué me importa”.

Tomé la mano de Cassy y camine a paso rápido hasta las escaleras, me detuve en seco cuando el niño tocó a otra puerta, Cassy estuvo a punto de caer por mi brusquedad. La puerta se abrió y una voz encolerizada corrió a los niños, que se quedaron con el ofrecimiento en la punta de la lengua. Me parecía increíble que hubiera otro inquilino a parte de nosotros.

Cuando la puerta se cerró de nuevo dando un portazo, volvimos a emprender camino hacia afuera.
Una vez afuera la llevé hasta la gasolinera, hacia la tienda poco surtida de al fondo. La guie hasta el fondo de la tienda, donde los congeladores viejos opacarían el sonido de nuestras voces con el ruido que emitían.

–¿Qué te pasa? ¿por qué…? – le tapé la boca un la mano

–Shhh.  Quiero que elijas algo, lo que sea. Te lo compraré, pero escoge bien, tárdate lo que necesites,  te espero en la caja.

La dejé, completamente confundida. Sentía su mirada.

Llegué a la caja y la miré de nuevo, me había obedecido a final de cuentas, estaba viendo con atención los productos.

–¿Busca algo en especial? – el chico de la caja me sonrió.

–Sí, verás… mi novia y yo estamos buscando a su hermana, no debería importarte esto pero se ha peleado con su esposo, cogió el carro y se fue… ahora está perdida y hemos tenido que salir nosotros a buscarla. 
Dijo que estaba en algún motel de esta carretera pero hasta el momento no hemos tenido suerte ¿sabes si hay alguno cerca de aquí?

–No has tenido suerte en este ¿eh? No la culpo, el motel este es una mierda, hay mejores a los alrededores, más adelante hay un par uno está a una media hora de aquí en carro y el otro está pero hacia el este a unos cuarenta y cinco minutos en carro.

–¿y que me puedes decir de por aquí?, estamos algo preocupados ¿sabes?

–Bueno, es una carretera cualquiera, con sus buenos y malos tramos, sus buenas y malas historias y por su puesto sus malos moteles. Si fuera una mujer despechada por supuesto que me quedaría en un motel más o menos a esta altura de la carretera, ni muy cerca de la ciudad ni muy próxima a la otra, pero más de ida que de regreso, no me extraña que no se quedara en un motel de más atrás. 

Asentí con la cabeza, fingiendo que me importaba su opinión.

 >> En este motel, si ya lo revisaste, creo que es obvio que no se quedaría ahí ni aunque le apuntaran con una pistola – rio – es un edificio horrible y de terrible historia.

–¿Terrible historia?

–Sí, prometía ser un hotel precioso pero la familia quedo en quiebra y lo dejaron  a medio construir, lo compro otra familia, más pobretona y más avariciosa, muy poco visionaria y terminó de construirlo como un bloque, ya sabes, sin ventanas ni ningún elemento atractivo. Por supuesto no tuvo éxito y quedo abandonado hasta hace poco que ese bobalicón se instaló ahí sin el permiso de nadie, y sin invertir ni siquiera en la limpieza, renta habitaciones. No creo que saque nada de ese bloque mal hecho de habitaciones, pero tiene consigo a unos tres o cuatro niños que según él son sus hermanos, cosa que, aquí entre nos, dudo seriamente, ellos mendigan en la gasolinera y de ahí saca para el día.

–Un final desafortunado

–Vaya que sí, pero lo más fuerte es la razón por la que no lo compraban

–¿Cuál?

–Era un edificio que usaban como cuartel de delincuentes, intercambiar paquetes de drogas, arreglar cuentas. Pero eso fue hace mucho… ya estaba completamente abandonado para cuando ese se lo adueño.

–¿y crees que aún lo frecuenten algunos delincuentes?

–No lo dudaría

–¿Y qué me dices de los otros dos moteles?

–Pues volviendo con la mujer despechada… hum, yo me iría al que está en el este si no quisiera que me encontraran con facilidad, es pequeño y pertenece a una familia que vive ahí mismo, si no te fijas bien podrían pasar por ser simples casas de campo. Si quisiera por el contrario que me encontraran me iría al que está en línea recta, es más concurrido, buen precio, buena comida y buen servicio, tiene habitaciones bien distribuidas para que los que quieran pasar una noche pasional y los que no puedan estar tranquilos, y no se incomoden entre sí.

–Estas bien informado, eh.

–Sí, bueno… tú ya sabrás por donde buscar.

–¿Y a pie estará muy lejos?

–A una hora aproximadamente ¡pero no estarás pensando en irte caminado, hombre! Pronto va a anochecer, yo no me arriesgaría llevando conmigo a una chica.

–No creo que sea tan peligroso

–Pues yo creo que sí, es decir, no hay nada de aquí a cualquiera de los dos moteles ¿y si los asaltan o tienen algún accidente?

–Tendremos cuidado. Gracias.

Mostré mi mejor sonrisa. El chico se dio por vencido y negó desaprobatoriamente con la cabeza.

–¡Cariño! ¿Ya encontraste lo que necesitabas? – le grité a Cassy por sobre el hombro, quien al oírme llegó corriendo hasta mi con un paquete de chucherías, dos botellas de agua, dos sándwiches de jamón y un paquetito de ligas para el cabello.

–¡Lista!


El vendedor y yo nos miramos de forma cómplice. Nos esperaba toda una travesía todavía.
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Ok, desahoguense, diganme de cosas, lo que sea.... si es que aun alguien sigue leyendo u.u

viernes, 7 de febrero de 2014

Capitulo 23

Larguito para ustedes ;). Sé que me demore muuuuuuchoooooo en subir la ultima vez pero... a veces simplemente te separan a la fuerza de tus hobbies, tampoco he terminado de ponerme al corriente con sus fics así que ¡tenganme tantita paciencia! ahora tratare de hacer los capítulos mas largos que antes así la espera, que no creo vuelva ser así de prolongada, no se sentirá tanto.
Aún así estoy en deuda con ustedes pues, a pesar de todo, no me abandonaron *w*
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Unas horas más tarde, y sin saber con exactitud como sucedió, terminamos viajando con el gordinflón que me noqueó, en su tráiler.

El tipo había ido a disculparme conmigo y bueno… terminamos los tres en la cabina de su tráiler viajando hacia el sur. El tipo se llama Mauro.

Nos ofreció un aventón a modo de disculpa… y eso que no le dije que era policía, si no seguro que se tiraba a besarme los dedos de los pies. En el camino empezó a contarnos el origen de todo el asunto con el otro tipo de los boxers y la señora. Por lo que llegué a entender él viajaba mucho y la señora no trabajaba, por lo que no podía darse el lujo de negar algunos encargos si es que querían comer. Entonces la señora se hiso de un amante, el tipo de los boxers, que es más joven que él e incluso que ella. El no sospechaba nada hasta que empezó a notar que ya no le hacía tantos reclamos cuando le avisaba que saldría de viaje a entregar mercancías en su tráiler. Y de pronto apareció el mentado perrillo ese… su esposa decía que ella lo había comprado para no sentirse tan sola y más protegida, pero eso no concordaba porque en todo caso, si quería sentirse protegida, habría comprado un perro más grande, uno que si pudiera protegerle y que diera a notar más su presencia. Además de que, aunque hubiera sido un pececito o un hipopótamo, no tenían el dinero ni para comprar ni para mantener a una mascota. Así que fingió un viaje de trabajo y los siguió hasta ese lugar en donde los atrapó con las manos en la masa… y en otras partes.

Aunque también compadecía a la señora, se pasaba largas temporadas sola y en un barrio no tan tranquilo. Y ese Mauro tomaba bastante, por lo que apestaba su aliento, las latas y botellas de cerveza en el suelo de la cabina y por las manchas de su camiseta, medio amarillentas medio acres.

En algún momento de su monologo me había perdido en el recuerdo mi última novia… Lea. Ella termino conmigo porque trabajaba demasiado, ¿se habría sentido como la esposa de Mauro en algún momento de nuestra relación?

El recuerdo se esfumó cuando la cabeza de Cassy se recargó en mi hombro. No había mostrado interés en la historia de Mauro desde que empezó a narrarla. Seguramente estaba cansada, se despertó temprano por culpa de ese barrigón y sus problemas maritales. Y probablemente, también estaba aburrida.

-y ustedes… ¿Qué hacían por estos rumbos?

Mauro rompió el breve silencio que se formó tras terminar su historia

-pues…

Apenas iba a decir una excusa cuando me interrumpió

-¡déjame adivinar! Ustedes se aman pero el padre de la chica no aprueba su relación porque eres mayor que ella y tienes rastas. Así que se fugaron.

Cassy y yo conectamos miradas un segundo.

-no es necesario que me lo oculten, estamos en confianza ¿no?

-no es eso… es que…- traté, en verdad traté

-está embarazada

La convicción con que lo dijo hiso que ambos nos atragantáramos con nuestras propias salivas. ¿Pero qué…?

-¡no estoy embarazada!-gruñó Cassy con la cara rojo granate

Mientras que yo apenas pude atinar a negar enérgicamente con la cabeza.

-oye… escucha Mauro… nosotros no…

-ya, ya… comprendo muchacho, comprendo. No es necesario que me lo digas. Están enamorados, su relación es prohibida y están escapando. Es obvio, y aceptable. Son jóvenes, todavía tienen toda una vida por delante y numerosas oportunidades. ¿Y cuál es el deporte favorito de los enamorados? Hacer de su romance un riesgo, necesario o innecesario, un riesgo. La adrenalina excita. Y lo prohibido produce tentación. No serían los primeros ni los últimos. Es como el cliché de moda que siempre ha estado de moda y que nunca pasara de moda.

Nos quedamos en silencio. Tenía razón… aunque no podíamos admitirlo abiertamente… era vergonzoso. 

Dejamos que nuestro silencio hablara y Mauro lo comprendió mejor de lo que esperaba.

Pasadas unas horas el cielo se tiñó de anaranjado, las nubes adoptaron un tono rosado y la radiante luz amarilla que proyectaba el sol poco a poco desaparecía entre tres montañas, que desde lejos tomaban la forma de un león acostado.

Mauro tarareaba una canción que no conocía. Cassy miraba a la nada, recargada sobre mí, jugando con mis dedos. Yo había tomado la posición más cómoda posible en el asiento. Miraba hacia el horizonte, hacia donde el sol dejaba tras él su resplandor dorado.

Repasé mentalmente:
1-      Tres asesinatos. Tres chicas jóvenes.
2-      Conducta acosadora de “ X”
3-      Perseguidos hasta los departamentos
4-      Un pequeño túnel entre dos baños, de casas diferentes
5-      Un asesino y una víctima en la casa de “Oliversito”
6-      Nos rastrearon
7-      Seguidos en el cine
8-      Un “devuélvemelo”
9-      Dos conocidos de ella que han querido atraparnos, uno de ellos tartamudo

Faltaba algo… podría ser un asunto de drogas, un asesino en serie, un crimen descubierto… pero falta algo… falta el motivo, no tenemos nada que indique fue esto o fue aquello o un parece que… tenemos el hecho, no tenemos las causas. ¿Cassy me ocultaba algo?

Sabía que salían del internado por las noches para ir a clubs nocturnos, que conocieron a unos chicos, uno de ellos las cortejaba una a una, una a una fueron asesinadas bajo el mismo patrón: violación, una apuñalada en la pierna y un tiro en la cabeza.

¿Sospechosos? Nada… Cassy no me había descrito nada de lo que pasaba esas noches que se escapaban, como los conocieron, nada. Y… ¿Qué querían que devolviera?

Además había un dato más, uno que no podía pasar por alto, los cadáveres fueron puestos en un lugar cerca de la escuela… ahora que lo pienso bien… uno estaba en la escuela y los otros dos en lugares distintos que tenían algo en común, ambos quedaban de camino al lugar que Cassy dijo iban por la noche. Cada cadáver, era como si marcara el camino que tomaban para escaparse. ¿Por qué?  Además… ¿Por qué cortejarlas para atraparlas si ya las tenían ganadas como amigas? ¿O no?

Definitivamente no están obrando solos, hay alguien de mayor importancia detrás, la pregunta es ¿Qué tan importante para manipular así?

No, no, no… algo estaba mal.

O Cassy me había mentido en algo o bien me ocultaba algo. Iba a continuar con la investigación sin que ella lo supiera, empezaría de nuevo apartando los datos que ella nos dio. La cuidaría, estaría con ella pero… no le diré lo que estoy haciendo, ahora no sé si sea buena idea confiar en ella… o al menos confiar en su historia.

-hay algo que te preocupa ¿no es así?

Mauro llamó mi atención. Durante mis pensamientos Cassy se había quedado profundamente dormida, ni siquiera me había dado cuenta cuando su mano había quedado flácida sobre la mía.

Mauro hablaba en voz baja para no despertarla. Su tono de voz era serio, más serio que cualquier tono de voz que había usado durante el camino. Ya estaba oscuro, en ese momento la única luz en la carretera era el de los faros delanteros del tráiler.

-un poco-admití sin pensármelo antes

-¿es por ella?

-algo así

-mira… sé que eres policía

Me tensé de inmediato. ¿Cómo lo sabía?

-¿Cómo lo…?

Me interrumpió

-el policía que llegó después de que te golpeé… ¿lo recuerdas? A propósito, lo siento por eso

Claro que lo recordaba. Tadeo. El de la cabeza rapada.

-me dijo que podría haberme llevado preso por golpear a un colega, entonces supe que se trataba de ti, le explique lo sucedido y me obligo a disculparme, pagaré una multa de igual forma pero pensé que podía darte un aventón para calmar los ánimos. No me gustaría llevarme mal con un policía, ya sabes. Nunca he tenido problemas con la ley y no quiero empezar ahora.

-está bien, no te preocupes por eso- estaba un tanto estupefacto aún

-sé que no me incumbe pero… todo el camino has estado pensativo y cada vez que la miras lo haces de una forma un tanto extraña

-¿extraña?

-sí, como enamorado, preocupado, cansado…

-oh

-sabes… en una ocasión… cuando ya sospechaba de la infidelidad de mi esposa… se me ofreció un trabajo, un encargo grande y tenía que ir muy lejos, muy lejos, pero necesitaba el dinero. En el camino me topé con una pareja joven… quizá de tu edad o un poco más grandes. La chica estaba embarazada y el chico tenía la cabeza metida en el motor, tratando de arreglarlo. Me paré. Me bajé y les pregunté si tenían algún problema y en que podía ayudarles. El chico tenía una mirada desesperada y preocupada. Me dijo que su esposa estaba de nueve meses y que tenían que internarla al día siguiente, me dijo a donde iban y me quedaba de paso. Me pidió que la llevara, él tenía que quedarse a esperar a una grúa y esta no llegaría hasta mañana, y ella no podía esperar. La subí. Y ahí vamos, no hablaba mucho… ella tenía miedo. Le dije que si quería que parara, si necesitaba bajar o lo que fuera que me lo dijera con toda confianza, negó con la cabeza y me dijo que lo único que quería en ese momento era hablar. Le dije “pues adelante”.  Me contó que ella no sabía que estaba embarazada hasta que tuvo una amenaza de aborto, había sido grave y tenía miedo por el bebé, también tenía miedo de que si le pasaba algo al bebé su novio también se pondría mal. Me contó que ellos habían escapado cuando su padre se enteró de que estaba embarazada de él, amenazó con matarlo y tuvieron que huir. ¿Sabes porque quería matarlo? El chico era el hermanastro de la chica. No son hermanos de sangre así que no vieron problema en amarse pero… la gente es cruel, los acusarían de incesto porque fueron criados como hermanos desde muy pequeños. Su padre mismo, consciente de eso, los juzgo así. Imagínate el miedo de la chica, podrían haberle pasado muchas cosas a ella, al chico y al bebé que venía en camino, y cuando ella me platicaba tenía la misma mirada que tú tienes ahora: enamorado, preocupado, cansado.

-¿Por qué me cuentas eso?

-eso mismo le pregunte yo -  dijo con una leve risa -  me dijo que a veces necesitamos desahogarnos, dejar 
salir toda esa presión porque si la guardábamos se acumularía y un día explotaríamos. Estuve de acuerdo entonces y lo sigo y seguiré estándolo siempre. ¿Tú no?

-sí… me parece bastante cierto

-si… pero igual le pregunté… estaba de acuerdo pero ¿Por qué me lo contaba a mi si no me conocía de nada?

-¿y que te respondió?

-me dijo que me lo contaba a mi exactamente por eso, porque no la conocía de nada, y como no la conocía de nada no podía juzgarla por nada, solo podía verla a ella en ese presente, no podía ver un pasado que pudiera juzgar y precisamente por eso podía escuchar imparcialmente. Y como no tenía ningún lazo con ella pues lo que le dijera seria sincero, no tenía por qué ser hipócrita con alguien que vería una sola vez y nunca más la volvería a ver. ¿Ya entiendes?

Asentí pensativo con la cabeza y él me sonrió satisfecho.

-¿y qué pasó con ella?

-lo único que sé, después de que la deje en el hospital, fue que me llegó una carta a la central

Me señaló una foto que tenía en el tablero

-fue una hermoso y sano niño. Le pusieron de nombre Damián.

Nos quedamos un par de minutos en silencio. Hasta que hablé


-la estoy cuidando. No sé de quién, no todavía, así que la protejo. Y estoy enamorado de ella pero… no es posible.
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Sus comentarios son MUUUY importantes, por favor no me priven de ellos. Las quiego!

viernes, 31 de enero de 2014

Capitulo 22

emm...emm.. ¿hola?
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El ruido de dos hombres peleando a gritos terminó por despertarme, entreabrí los ojos, molesto, pero la luz que provenía de la ventana me cegó.  Me acomodé para quedar recostado de espalda al molesto sol mañanero. Una sola ventana ¡una sola ventana en toda la habitación! Y el sol le pegaba de lleno… y para rematar ¡directo a mi cara!

Me abracé a la almohada y me tape más, quería volver a dormir.

Se escucharon pisadas fuertes. Portazos y cristales rotos. Sollozos agudos e incluso cínicos. El ladrar frenético de un perro chihuahua. El motor de un tráiler. Más groserías unidas en una sola oración de las que había escuchado en mi vida y…gruñí, rendido. ¡Quería dormir! ¿Es demasiado pedir?

Abrí los ojos, sentía los parpados pesados por el sueño, no podía enfocar bien.  Cuando logré espabilar mi visión me encontré un par de ojos, bien abiertos y mirándome con atención.

-buenos días-me dijo en voz baja y, sorprendentemente, despierta

-buenos días-contesté con voz adormilada

Me acomodé boca arriba de nuevo y tallé mis ojos con los puños.

-¿llevas mucho tiempo despierta?-pregunté empezando mi proceso de resignación, tenía que levantarme

-un rato-contestó con simpleza

Cassy me miraba, levemente alzada sobre su codo y reposando en su mano su cabeza de cabellos desordenados.

-¿estuviste todo el tiempo mirándome?

-pareces un niño pequeño cuando duermes-se encogió de hombros

Nos miramos a los ojos por unos segundos, en silencio. Tenía mucho cansancio como para pensar en algo para iniciar una conversación y ella no se veía dispuesta a hacer otra cosa que no fuera ver a mí recién levantado yo.

-¿Qué horas son?

-no lo sé, alrededor de las nueve

-¿y a qué horas despertaste?

-supongo que como a las 8 u 8:30

-pues debo parecer un niño hermoso al dormir para me hayas observado durante tanto tiempo

Ella se rio

Me estiré para comenzar a desperezarme. Los ladridos del perro estaban comenzando a hartarme

-¿pero qué mierda pasa allá afuera?

Me tomó del brazo cuando ya había puesto un pie fuera de la cama para asomarme.

-no creo que debas

-¿Por qué?

-un camionero está pelándose con el amante de su esposa, está muy furioso y el chihuahua de la señora esta tan enojado que ha tratado de arrancarle la pierna a cualquiera de los dos hombres que ha intentado jalarla del brazo

-¿Y? hay gente que queremos dormir

-es curioso

-¿Qué cosa?

-eres policía y fuiste el último en despertar tras tremendo escandalo

Parpadee confundido ¿el ultimo? Vaya que tenía sueño

-en este momento no tengo porque entrometerme en cualquier asunto que no te incluya y mientras tu estés a mi lado, sana y salva, nada más importa-me defendí

Un ligero sonroso atravesó sus mejillas. Levanto las manos en señal de “está bien, tu ganas” y yo sonreí de vuelta, satisfecho

Me asomé por la ventanita y efectivamente la descripción de Cassy era exacta.

La señora, vestida solo con una bata rosa pastel de tela ligera, con pies descalzos, expresión cansada y cabello teñido de rubio (se nota por lar raíces oscuras) sostenía la correa de un perro chihuahua que estaba frenético, casi me temía que le diera un ataque de ansiedad al pobre animal, y no, no estoy hablando del hombre que vigila de reojo al perro.

Uno de los hombres, el que vigila al perro de reojo, solo viste unos boxers a rayas azules y blancas y unos calcetines grises. Y se enfrenta a un tipo rechoncho, alto, con una camisa blanca manchada de algo, y con una barba espesa y oscura que hacia juego con esa mirada que lanzaba flechas asesinas.

-¿crees que deba intervenir?- pregunté con esperanzas de que me dijera que no

-no, el último que lo intento debe seguir noqueado al lado de la acera

¡Bien! No iré a… espera ¡¿Qué?!

Entorne los ojos y encontré al hombre noqueado. Sí. Ahí estaba.

No quería que interviniera porque ¿temía que quedara como ese hombre? ¡Si yo era un policía fuerte, atlético y entrenado! Eso no me pasaría a mí.

-¿crees que no podre detenerlos?-la miré acusatoriamente

-no es eso-dijo con una calma impropia para la situación, según yo, claro

-¿entonces?

-es que no vale la pena, si ves que alguno de los dos saca un arma o que las cosas se pongan feas de verdad, pues ya intervienes ¿si no que caso tiene?

-soy policía

-sí, ya, pero tu dijiste que si no me involucra no importa

Sonrió con autosuficiencia

-noquearon a alguien

-bueno-dijo rendida-si quieres hacer de antidisturbios ¡adelante señor policía!

-¿Por qué no quieres que vaya?

-humm… no es que no confié en ti pero hay un gordo enfurecido, un joven fuerte y un perro frenético afuera… son tres contra uno

-no me pasara nada

Decidido abrí la puerta. Los gritos se oyeron con más fuerza y pude sentir muchas miradas curiosas observando la escena, y a mí. Seguramente esperaban a ver como acompañaba al otro chico en el suelo. Pero eso no pasaría.

-¿hay algún problema?- intervine a una distancia prudente

Los tres protagonistas del escándalo, y el chihuahua, se callaron y se giraron. Me escrutaron con la mirada fervientemente. Me estremecí. ¿Por qué no sólo me volví a acostar con Cassy?

-¿y a usted que le importa?- respondió el gordinflón

-disculpe usted, pero es tal su escándalo que casi nos involucra a todos-traté de sonar firme pero sin sonar autoritario, no quería provocarlos

-pues haga lo que los demás y escóndase en su trastecito-señalo la habitación de la que había salido, y de la cual se asomaba Cassy, vigilante

-¿está todo bien?-esta vez me dirigí a la señora

La señora me miró sorprendida, como si no esperaba que alguien quisiera escuchar su versión de los hechos. Dijo:

-¡oh! Bueno… no, en realidad no está todo bien ¿pero qué puede hacer usted? Mejor vuelva con su novia y deje  que estos dos imprudentes se maten entre sí

-me temo que no puedo dejar que eso pase

-pues sería lo ideal, créame-dijo más para sí misma que para mí, pero logré escucharla y su expresión de vergüenza y tristeza no me dejaron obedecerle

-señores ¿no les da vergüenza hacer el show a estas horas?

Después de eso mis recuerdos están borrosos. Ahora mi cuerpo pesa y la oscuridad que me envolvía densamente se distorsiona hasta quedar con una luz un tanto cegadora pero sin ser lo suficientemente clara para ver su procedencia.

Apreté los parpados con la esperanza de aclarar la mezcla de colores que había a mi alrededor. Cuando logré enfocar vi un par de ojos. Los ojos de Cassy.

Había estado llorando. Su nariz estaba roja, sus mejillas húmedas y sus ojos hinchados, enrojecidos y cristalinos. Estaba apoyada sobre sus manos, a cada lado de mí, para mirarme a la cara. Su cabello caía como una cortina de rizos sobre su hombro derecho. Su labio inferior temblaba.

Comencé a sentir los músculos de mi cuerpo adoloridos, tensos. Estaba recostado sobre el suelo. 

Seguramente sobre alguna piedra en la parte de la espalda baja y de los omoplatos. Me removí incómodo.
¿Qué había pasado?

-¿Qué paso?-pregunté despegando la lengua del paladar. Sentía la boca pastosa.

-¡oh Tom!

Y se tiró encima de mí. Abrazándome con fuerza.

Trate de mirar más allá de ella, más allá de su cuerpo sobre mi pecho. Había más gente de la que recordaba. 
Y para mi suerte, y orgullo, no era el único en el suelo.

También había una patrulla, un par de policías tomándole declaración a la señora de la bata rosa. A ese lo conocía. Su nombre es Tadeo.

Tadeo es más bajo que yo. Tiene la cabeza rapada desde que lo conocí. Sus ojos son chicos y de color verde limón. De nariz aguileña y complexión ancha.


Un hombre de actitud bastante común.

Puse mi mano en la espalda de Cassy. Quería levantarme ya. No es que pesara tanto pero tenía piedras debajo de mí y empezaban a dolerme. Cassy entendió y se quitó enseguida sin dejar de mirarme. El sonido del motor de un tráiler me martilló los oídos.

-¿estás bien? ¿Te duele mucho? ¿Te sientes mareado?  Te ayudo -tomó mi brazo y me ayudó a incorporarme

-¿Qué ha pasado? – pregunté de nuevo, sobándome la nuca.

-el tipo te golpeó cuando interviniste así que tú le golpeaste también, y luego el perro rompió su correa y le mordió la pierna al que te había atacado y el flaco quiso golpearte con una palanca que había ahí tirada, y lo esquivaste y lo golpeaste y cayó al suelo, lo están atendiendo también, y el gordo lanzó al pobre perro de una patada y fue por ti reclamándote que lo habías derrotado antes de que el pudiera terminar y luego… y luego… te golpeó y yo corrí y lo golpeé  con la palanca que él había utilizado antes y luego entre todos lo pararon y alguien llamó a la policía y… ¿estás bien?

Después de contarme tomó aire. Hablo tan rápido que incluso yo sentí que me quedaba sin aire.

-entonces hubo una pelea-concluí

-¡te dije que no intervinieras!

-y me noquearon

-¿Tom?

-perdí

-¿Qué? No, no perdiste… no había nada que pudieras perder o ganar, Tom

-pero…pero…

-¡pero nada!

-nunca me habían noqueado… nunca nadie había podido noquearme

-bueno, fue tu primer noqueo… no pasa nada

-pero si me noquearon en un asunto así de ridículo ¿Cómo sé que no podrán noquearme para llevarte?

Ella abrió y cerró la boca como un pez, en busca de una respuesta pero, simplemente, ninguno de los dos la encontró. Nos miramos, yo con impotencia y decepción y ella con tristeza y lástima. Quería consolarme, quería decirme que no era así pero… estaba preocupada de que pudiera pasar, triste de que todo pudiera ser en vano, con lástima de no podérmelo negar.


Y yo… imponente ante nuestro silencio, decepcionado de que ella dude de mi… pero ¿Cómo no iba a dudar de mi cuando yo mismo le plantee la duda en la cabeza después de plantármela yo mismo?
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