viernes, 31 de enero de 2014

Capitulo 22

emm...emm.. ¿hola?
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El ruido de dos hombres peleando a gritos terminó por despertarme, entreabrí los ojos, molesto, pero la luz que provenía de la ventana me cegó.  Me acomodé para quedar recostado de espalda al molesto sol mañanero. Una sola ventana ¡una sola ventana en toda la habitación! Y el sol le pegaba de lleno… y para rematar ¡directo a mi cara!

Me abracé a la almohada y me tape más, quería volver a dormir.

Se escucharon pisadas fuertes. Portazos y cristales rotos. Sollozos agudos e incluso cínicos. El ladrar frenético de un perro chihuahua. El motor de un tráiler. Más groserías unidas en una sola oración de las que había escuchado en mi vida y…gruñí, rendido. ¡Quería dormir! ¿Es demasiado pedir?

Abrí los ojos, sentía los parpados pesados por el sueño, no podía enfocar bien.  Cuando logré espabilar mi visión me encontré un par de ojos, bien abiertos y mirándome con atención.

-buenos días-me dijo en voz baja y, sorprendentemente, despierta

-buenos días-contesté con voz adormilada

Me acomodé boca arriba de nuevo y tallé mis ojos con los puños.

-¿llevas mucho tiempo despierta?-pregunté empezando mi proceso de resignación, tenía que levantarme

-un rato-contestó con simpleza

Cassy me miraba, levemente alzada sobre su codo y reposando en su mano su cabeza de cabellos desordenados.

-¿estuviste todo el tiempo mirándome?

-pareces un niño pequeño cuando duermes-se encogió de hombros

Nos miramos a los ojos por unos segundos, en silencio. Tenía mucho cansancio como para pensar en algo para iniciar una conversación y ella no se veía dispuesta a hacer otra cosa que no fuera ver a mí recién levantado yo.

-¿Qué horas son?

-no lo sé, alrededor de las nueve

-¿y a qué horas despertaste?

-supongo que como a las 8 u 8:30

-pues debo parecer un niño hermoso al dormir para me hayas observado durante tanto tiempo

Ella se rio

Me estiré para comenzar a desperezarme. Los ladridos del perro estaban comenzando a hartarme

-¿pero qué mierda pasa allá afuera?

Me tomó del brazo cuando ya había puesto un pie fuera de la cama para asomarme.

-no creo que debas

-¿Por qué?

-un camionero está pelándose con el amante de su esposa, está muy furioso y el chihuahua de la señora esta tan enojado que ha tratado de arrancarle la pierna a cualquiera de los dos hombres que ha intentado jalarla del brazo

-¿Y? hay gente que queremos dormir

-es curioso

-¿Qué cosa?

-eres policía y fuiste el último en despertar tras tremendo escandalo

Parpadee confundido ¿el ultimo? Vaya que tenía sueño

-en este momento no tengo porque entrometerme en cualquier asunto que no te incluya y mientras tu estés a mi lado, sana y salva, nada más importa-me defendí

Un ligero sonroso atravesó sus mejillas. Levanto las manos en señal de “está bien, tu ganas” y yo sonreí de vuelta, satisfecho

Me asomé por la ventanita y efectivamente la descripción de Cassy era exacta.

La señora, vestida solo con una bata rosa pastel de tela ligera, con pies descalzos, expresión cansada y cabello teñido de rubio (se nota por lar raíces oscuras) sostenía la correa de un perro chihuahua que estaba frenético, casi me temía que le diera un ataque de ansiedad al pobre animal, y no, no estoy hablando del hombre que vigila de reojo al perro.

Uno de los hombres, el que vigila al perro de reojo, solo viste unos boxers a rayas azules y blancas y unos calcetines grises. Y se enfrenta a un tipo rechoncho, alto, con una camisa blanca manchada de algo, y con una barba espesa y oscura que hacia juego con esa mirada que lanzaba flechas asesinas.

-¿crees que deba intervenir?- pregunté con esperanzas de que me dijera que no

-no, el último que lo intento debe seguir noqueado al lado de la acera

¡Bien! No iré a… espera ¡¿Qué?!

Entorne los ojos y encontré al hombre noqueado. Sí. Ahí estaba.

No quería que interviniera porque ¿temía que quedara como ese hombre? ¡Si yo era un policía fuerte, atlético y entrenado! Eso no me pasaría a mí.

-¿crees que no podre detenerlos?-la miré acusatoriamente

-no es eso-dijo con una calma impropia para la situación, según yo, claro

-¿entonces?

-es que no vale la pena, si ves que alguno de los dos saca un arma o que las cosas se pongan feas de verdad, pues ya intervienes ¿si no que caso tiene?

-soy policía

-sí, ya, pero tu dijiste que si no me involucra no importa

Sonrió con autosuficiencia

-noquearon a alguien

-bueno-dijo rendida-si quieres hacer de antidisturbios ¡adelante señor policía!

-¿Por qué no quieres que vaya?

-humm… no es que no confié en ti pero hay un gordo enfurecido, un joven fuerte y un perro frenético afuera… son tres contra uno

-no me pasara nada

Decidido abrí la puerta. Los gritos se oyeron con más fuerza y pude sentir muchas miradas curiosas observando la escena, y a mí. Seguramente esperaban a ver como acompañaba al otro chico en el suelo. Pero eso no pasaría.

-¿hay algún problema?- intervine a una distancia prudente

Los tres protagonistas del escándalo, y el chihuahua, se callaron y se giraron. Me escrutaron con la mirada fervientemente. Me estremecí. ¿Por qué no sólo me volví a acostar con Cassy?

-¿y a usted que le importa?- respondió el gordinflón

-disculpe usted, pero es tal su escándalo que casi nos involucra a todos-traté de sonar firme pero sin sonar autoritario, no quería provocarlos

-pues haga lo que los demás y escóndase en su trastecito-señalo la habitación de la que había salido, y de la cual se asomaba Cassy, vigilante

-¿está todo bien?-esta vez me dirigí a la señora

La señora me miró sorprendida, como si no esperaba que alguien quisiera escuchar su versión de los hechos. Dijo:

-¡oh! Bueno… no, en realidad no está todo bien ¿pero qué puede hacer usted? Mejor vuelva con su novia y deje  que estos dos imprudentes se maten entre sí

-me temo que no puedo dejar que eso pase

-pues sería lo ideal, créame-dijo más para sí misma que para mí, pero logré escucharla y su expresión de vergüenza y tristeza no me dejaron obedecerle

-señores ¿no les da vergüenza hacer el show a estas horas?

Después de eso mis recuerdos están borrosos. Ahora mi cuerpo pesa y la oscuridad que me envolvía densamente se distorsiona hasta quedar con una luz un tanto cegadora pero sin ser lo suficientemente clara para ver su procedencia.

Apreté los parpados con la esperanza de aclarar la mezcla de colores que había a mi alrededor. Cuando logré enfocar vi un par de ojos. Los ojos de Cassy.

Había estado llorando. Su nariz estaba roja, sus mejillas húmedas y sus ojos hinchados, enrojecidos y cristalinos. Estaba apoyada sobre sus manos, a cada lado de mí, para mirarme a la cara. Su cabello caía como una cortina de rizos sobre su hombro derecho. Su labio inferior temblaba.

Comencé a sentir los músculos de mi cuerpo adoloridos, tensos. Estaba recostado sobre el suelo. 

Seguramente sobre alguna piedra en la parte de la espalda baja y de los omoplatos. Me removí incómodo.
¿Qué había pasado?

-¿Qué paso?-pregunté despegando la lengua del paladar. Sentía la boca pastosa.

-¡oh Tom!

Y se tiró encima de mí. Abrazándome con fuerza.

Trate de mirar más allá de ella, más allá de su cuerpo sobre mi pecho. Había más gente de la que recordaba. 
Y para mi suerte, y orgullo, no era el único en el suelo.

También había una patrulla, un par de policías tomándole declaración a la señora de la bata rosa. A ese lo conocía. Su nombre es Tadeo.

Tadeo es más bajo que yo. Tiene la cabeza rapada desde que lo conocí. Sus ojos son chicos y de color verde limón. De nariz aguileña y complexión ancha.


Un hombre de actitud bastante común.

Puse mi mano en la espalda de Cassy. Quería levantarme ya. No es que pesara tanto pero tenía piedras debajo de mí y empezaban a dolerme. Cassy entendió y se quitó enseguida sin dejar de mirarme. El sonido del motor de un tráiler me martilló los oídos.

-¿estás bien? ¿Te duele mucho? ¿Te sientes mareado?  Te ayudo -tomó mi brazo y me ayudó a incorporarme

-¿Qué ha pasado? – pregunté de nuevo, sobándome la nuca.

-el tipo te golpeó cuando interviniste así que tú le golpeaste también, y luego el perro rompió su correa y le mordió la pierna al que te había atacado y el flaco quiso golpearte con una palanca que había ahí tirada, y lo esquivaste y lo golpeaste y cayó al suelo, lo están atendiendo también, y el gordo lanzó al pobre perro de una patada y fue por ti reclamándote que lo habías derrotado antes de que el pudiera terminar y luego… y luego… te golpeó y yo corrí y lo golpeé  con la palanca que él había utilizado antes y luego entre todos lo pararon y alguien llamó a la policía y… ¿estás bien?

Después de contarme tomó aire. Hablo tan rápido que incluso yo sentí que me quedaba sin aire.

-entonces hubo una pelea-concluí

-¡te dije que no intervinieras!

-y me noquearon

-¿Tom?

-perdí

-¿Qué? No, no perdiste… no había nada que pudieras perder o ganar, Tom

-pero…pero…

-¡pero nada!

-nunca me habían noqueado… nunca nadie había podido noquearme

-bueno, fue tu primer noqueo… no pasa nada

-pero si me noquearon en un asunto así de ridículo ¿Cómo sé que no podrán noquearme para llevarte?

Ella abrió y cerró la boca como un pez, en busca de una respuesta pero, simplemente, ninguno de los dos la encontró. Nos miramos, yo con impotencia y decepción y ella con tristeza y lástima. Quería consolarme, quería decirme que no era así pero… estaba preocupada de que pudiera pasar, triste de que todo pudiera ser en vano, con lástima de no podérmelo negar.


Y yo… imponente ante nuestro silencio, decepcionado de que ella dude de mi… pero ¿Cómo no iba a dudar de mi cuando yo mismo le plantee la duda en la cabeza después de plantármela yo mismo?
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